Con el corazón en la mano

Como el manzano, crezco cuando comparto lo que soy.

La vida no es una cuenta de resultados.
Ni se mide en objetivos cumplidos, ni en likes, ni en balances positivos.
La vida es infinita, como la capacidad que tenemos de amar y compartir.

Pienso a menudo en el manzano. Ese que, cuanto más fruto ofrece, más hermoso crece.
Me gusta imaginar que las personas somos un poco así: cuando damos, florecemos.
Cuando compartimos lo que somos —sin máscaras, sin miedo—, crecemos de verdad.

Ser inteligente está bien. Ser buena persona, también. Pero ser generosa, eso sí que es revolucionario.
Porque la bondad no es ingenuidad; es ambición con propósito.
La sonrisa, los gestos, una actitud amable…
A veces cambian más cosas que cien planes estratégicos o discursos motivacionales.

Sentirse bien no es egoísmo: es eficiencia emocional.
Cuando estás bien, piensas mejor, cooperas más, y el mundo parece un lugar un poquito menos hostil.

Las máscaras pesan

Lo he aprendido a golpes y a abrazos: fingir no sirve.
Las máscaras solo dan calor y rozaduras.
Ser honesta, en cambio, te deja respirar.

Hay que aprender a pedir ayuda sin sentir culpa.
Hay que tener el valor de mostrarse vulnerable, de decir “no puedo” o “hoy no”.
Eso también es fuerza.

Y luego está la intuición.
Esa voz bajita que te susurra cuando algo no encaja.
Esa que te aleja de las malas decisiones y te empuja hacia las grandes oportunidades.
No le demos la espalda.

Empatía y Amor —sí, con mayúsculas—.
Y cero espacio para el miedo.

Florecer, aunque duela

A veces pienso que crecer duele tanto porque es una forma de renacer.
Y florecer también es eso: romper el molde, atreverte a ser diferente, equivocarte y seguir sonriendo.

Cada vez que te arriesgas a hacer o decir algo nuevo, ganas autoestima.
Cada vez que eliges ser tú, en lugar de lo que esperan los demás, algo dentro de ti respira mejor.

No juzgues.
No huyas.
Aprende.
Y sobre todo, vive con el corazón.

La vida cambia

Lo único seguro en la vida es el cambio: anticípate, arriésgate, adáptate… y disfruta, una y otra vez. Levántate
— Inma Díaz

Porque dar no te vacía, te hace florecer.

Inspirado en los libros:
📖 El caballero de la armadura oxidada — Robert Fisher
📖 El búho que no podía ulular — Robert Fisher & Beth Kelly
📖 Lo bueno de ser bueno — Linda Kaplan Thaler y Robin Koval

🌞 Nos vemos en el próximo amanecer.

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El abrazo que me salvó